domingo, octubre 30, 2005

Mancha Venenosa


Marcelo Gioffré (Ed. Fundación Victoria Ocampo)


Un crimen, una presencia y el factor extraño: unos manuscritos. Esta combinación es la elegida por Gioffré para el desarrollo de esta novela donde no escatima recursos literarios (por ejemplo una extraña y epistolar vinculación entre Francisco de Goya y Mariano Moreno) para convocarnos a reflexionar sobre el país, la violencia y someternos al análisis de cómo llegamos a esto. Todo podría enmarcarse, en definitiva, sobre un planteo de la existencia humana.

Para escuchar a la Tortuga que sueña



Oche Califa (Los Libros de Boris-Ediciones Colihue)

Un libro que no dice poseía sino que habla desde ella, la canta, se la escucha y siente.
Para escuchar a la Tortuga que sueña esta habitado por sonetos, algunas coplas, aforismos, milongas y el regalo de algún proverbio. Palabras ubicadas en un espacio atemporal donde la voz del autor se convierte en algo propio y necesario.

Maria Fasce y la felicidad de sus mujeres

Por Florencia Bazan

Escritora, mamá, mujer. Amiga, idealista, novelista. Platónica, soñadora, revolucionaria. Borgeana, novelista, literata. Creadora.
Maria Fasce:Nació en Lanús. Se fue a Barcelona “porque estaba pasando una crisis personal” y la vida la obligo a quedarse: Conoció a Juan (un escritor y traductor colombiano); hoy su esposo y papá de Pedro (de ocho meses.
María Fasce publicó tres libros. ¿Sus tres títulos? Fascinantes, atrapantes: El oficio de mentir (libro de entrevistas a Abelardo Castillo), La felicidad de las mujeres (libro de cuentos) y La verdad según Virginia, que es su primera novela en donde un amor del pasado quiebra la fragilidad de la verdad y los sueños de una mujer.
Hoy María Fasce esta de visita en Buenos Aires con el motivo del estreno de la obra “el mar” en el teatro Cervantes, bajo al dirección de Gabriela Izcovich. Para contar la historia, la autora rescató a la protagonista de “El mar”, un cuento de su libro "La felicidad de las mujeres", que al volverse ciega recupera el amor del hombre que iba a dejarla. Y también recordó a Clara, la protagonista de otro cuento que no se publicó: una mujer fuerte y segura que está ausente en la obra pero permanentemente mencionada por su marido y su amiga. Los personajes de El mar, son a la vez contradictorios y cercanos. Buscan una felicidad que cambia de condición a cada paso, como el mar.

Malba la convocó. La escritora Ana María Shúa la entrevistó.

Se conocieron en un concurso literario: Ana María era parte del jurado y María una escritora amateur, con ansias de “ser leída”. Presentó el cuento: “La señorita Julia”. Ganó. Todo el jurado opinó, de forma unánime, que ese cuento tenia
“un no se qué”.

Al comenzar la conferencia Maria Fasce, aclara que no le gusta hablar, “por eso me dedico a escribir”. El auditorio sonríe, aplaude. Maria se sonroja y en voz muy baja relata su primer encuentro con la literatura: Louisa May Alcott es el nombre clave y “las mujercitas” la puerta al “nuevo mundo”.
Desde ese momento la novelista escribe sobre el mundo femenino: “Sólo puedo escribir sobre lo que conozco, lo que sé. Trato de usar lo que escucho, lo que vivo. Todo eso es una materia prima que hay que trabajar. Considero que los temas lo elijen a uno”
A cada instante la autora de “la verdad según virginia” deja al descubierto la indiscutible pasión que le produce escribir. Comprara la escritura con la magia “el escritor debe crear una sensación de verosimilitud muy grande, debe lograr que el lector crea. Por eso se aprende a escribir leyendo. Hay que prestar atención a los trucos, igual que en la magia”.
Maria Fasce confiesa que escribe para ser leída; lo cual la diferencia de aquellos escritores que utilizan la escritura como catarsis: “No creo en una literatura para elités, ni en los escritores cuando dicen que escriben para ellos. De hecho, creo que los buenos libros les gustan a todo el mundo”
Recuerda a su mamá como su primer lectora y a su diario íntimo, como el primer lugar donde plasmo sus historias: “Tenía una vida aburrida, en mi diario inventaba aventuras. Un buen escritor tiene que saber mentir, no?”
¿El auditorio quiere hacer alguna pregunta? Una tímida mujer levanta la mano: “María, definitivamente, sos una buena escritora, ya comenzaste mintiendo: dijiste que no te gustaba hablar…”
Risas. Aplausos.