viernes, abril 22, 2005

Aproximación al no decir.

Por Ricardo Zanfardini

Si el vocablo te toma la vida, es que tienes una vida para dar. Mientras no nos expulsen de nuestros vocablos, nada tendremos que temer; mientras nuestras palabras conserven sus sonidos, tendremos una voz; mientras nuestras palabras conserven su sentido, tendremos un alma”
Edmond Jabes


La pregunta inicial sería: ¿ Quién o qué es un poeta?. A la misma se le pueda dar una multiplicidad de respuesta, tantas que una puede invalidar la otra y así sucesivamente hasta la desaparición del concepto, hecho que esta sucediendo: cualquiera puede escribir de lo que se le antoje, de la forma que quiera…
Tantas definiciones, desde las académicas; absurdas u aburridas tanto o más que las enciclopédicas, o definiciones que presentan y caracterizan a los poetas según la época que les toco vivir o el movimiento al que pertenecieron. Así encontramos románticos, existencialistas, barrocos, surrealistas, el ultraísmo, el dadaísmo, le modernismo, el simbolismo, el parnasismo, ismo, ismo, ismo hasta el hoy: EL ABISMO.
Todos estos movimientos unidos en un común denominador; la trascendencia a partir del decir, su decir hecho poesía: POESIA que no deja de ser “su identidad”. La marca que hace de cada uno un ser distinto, un habitante de lugares absolutamente únicos.
En el momento de la creación el poeta esta sólo. En ese “estar” , ¿se encuentra?, ¿se pierde?. Ese “estar” ¿ es nacerse, morirse?. ¿No debería ser acaso la conjunción de todo lo que fue y será ese poeta en sus letras? ; su decir, su nombrarse en presente trasladando ayeres y proyectando mañanas, en definitiva la escritura de “su” legado. Recordemos a Faulker cuando afirmaba “las voz del poeta no simplemente debe ser el recuerdo del hombre, puede ser uno de los puntales, de los pilares que lo ayuden a resistir, a prevalecer”.¿ Una voz que llama y precede todo lo an-tes-pen-sa-do ?.

Para todo necesariamente hay un origen, en el origen el caos, dicen. Del caos vamos a la mas universal de las respuesta para la pregunta inicial “el poeta es el que escribe poesía” este… y ¿la poesía ? ah … es la creación o el producto que resulta de la imaginación y la invención del ¿hombre?.
Bajo este criterio universalizado de la cuestión, supongo, todo es poesía: el dulce de leche, las llantas de los autos, el vidrio, las hamburguesas, los helados, etc.; ¿acaso estos productos no tienen su origen en la imaginación e invención del hombre?
El poema, lo que deviene poesía, debe convertirse en una realidad lingüística que depende de condiciones ineludibles.
La realidad nos responde una aproximación casi nociva a la definición de poema y poeta: “hay tantos poemas y poetas, como poemas y poetas existan”. Piadosa mentira de este universo globalizado.
El poema para tener una función debe, irrevocablemente generar una relación de ida y vuelta entre su decir; su materia, su estructura y quien lo crea y de allí quien lo lee.
Una relación atemporal casi me atrevo, a perpetuidad entre creación y recreación del mismo poema en el lector.

Internalicemos a Rene Char:

Es preciso instalarse en el exterior de uno mismo, al borde de las lagrimas y en la orbita de los hombres, si queremos que algo fuera de lo común se produzca, algo que sólo era para nosotros”
Desde el exterior me veo y me confirmo por haber estado antes dentro mío. ¿ No es acaso esa la magnificencia del llamarse, del reconocerse uno en sus letras , su decir?. ¿No ocurre allí esa creación que hace honor al concepto y legitiman al hombre que crea, que produce el poema?, eso que solo es para él, lo que siente propio, único?

El tiempo es testigo de lo inacabado, del decir que disminuye en los ecos de estas sociedades, de estas culturas cada vez más vacías de contenidos. Los poetas también se globalizaron; aquellos (no todos) los que tienen un nombre en el universo poético, aprovechan el espacio ganado para escribir cualquier necedad, lo primero que se les ocurra será poesía. El nombre ya lo tienen.
Las nuevas generaciones blanquean sus discursos desde lo que creen y consideran trasgresión y lograr de forma permanente/continuada herir de muertes sus poemas, degenerar el género, aniquilado por ser puro.
Lo chabacano, la grosería (lenguaje fácil de los necios), lenguaje hostil y desmedrado que utilizan para la vejación del decir, hoy no conoce limites.

¿Cualquiera puede escribir poemas? ¿Cualquiera puede decirse en un poema?


Parece que si. Parece que para los que hoy escriben no existe vinculo alguno con la realidad, no tienen miedo al disparate, a la vergüenza (lugar desde donde es difícil volver), al ridículo. Su razón esta en decir algo, no importa que y mucho menos importara el como.
Estos poetas, que considero nacieron en un mundo sin palabras, un mundo inmerso en las miserias del alma, carecen de la idea de detención, de ese lugar que nos indica HASTA ACA, que nos dice donde parar, donde detenerse.
Y es ahí donde caen rendidos, escribiendo lo indecible y en esto indecible creen representar una realidad superadora de… nada, ya que esta realidad los supera a ellos llegando al punto de no saber y no poder controlarla.
En sus textos encontramos ausencias. No esa ausencia que puede hallarse en la maravillosa literatura de Alejandra Pizarnik en donde desde el vacío que derraman sus poemas, en los cuales prima la ausencia, estos se pueden llenar, acoplar y trascender el universo de quien lo escribió para perpetrar nuestro propio universo.
La ausencia de estos poetas, es un lugar donde lo permitido supera cualquier limite, vacíos inocuos donde creen que nada les falta, donde es casi imposible (guardo una esperanza en el casi, de redención y reconversión de algunos) que un lector de introduzca en ellos de lleno.
Los poetas de hoy (quiero creer que no todos gracias a alguna fuerza divina) terminan un poema olvidándose de los fundamental: LO ABANDONARON EN SU PRINCIPIO, EN SU ORIGEN, NO ORDENARON EL CAOS.

Jugando en el reino de la gratuidad

¿Cuando escribimos nos liberamos de toda necesidad? Lo que significaba esa carencia que nos daba vuelta, de un interior que ya se agotaba y es ahí, cuando liberamos esa necesidad que caemos en lo gratuito: ¿PODEMOS ESCRIBIRLO TODO?, ¿PODEMOS DECIRNOS EN TODO?
En realidad seguimos presentándonos sobre un fondo ausente, se escribe para enunciar el vacío. Esta noción no esta mal si logro llenar ese vacío. Lo malo esta en perpetuarlo o pero llenarlo de mas vacío y así darle un sinsentido.
¿Lo negro fue siempre negro? Pero puedo pensar o imaginar que existió un proceso, un matiz que dio origen al negro. ¿Las claves?, el contraste, la búsqueda del negro a partir del blanco o viceversa; en el alumbramiento de palabras que troquen en imágenes.
No debemos llegar tarde al poema, no debemos cesar a la sana ambición de que lo escrito nos trascienda.
El poema es ante todo belleza, pero la belleza en el sentido universal del concepto, sino la pureza de lo que uno pueda imaginar. La belleza también es dolor, es muerte, es dejar lo que se sabe nunca será. Debemos sublimar conceptos para dar nuevos orígenes, crear aun lo no creado, la marca que nos indique propiedades lo que escribimos, en lo que sentimos nuestro.

Confesiones

Dejo arrasarme por la palabra. El alumbramiento de ella debe nacerse solo, debemos poner el vientre para que se rompa con todo lo dicho, pero no desde el absurdo, sino desde un sustento creativo, desde la básica noción de “saber” que es lo que voy a decir, que voy a trasladar al otro. Me digo YO, me reconozco, me nombro.
Se me “ser” en un desierto de palabras que se nace para mutar oasis; las descubro, las busco, las ubico. Les doy el oxigeno de mis manos.
Cuando amanece en mis noches, las elevo por los dos universos queme circulan; el racional y el irracional, lo que pienso y lo que siento, eso que alcanzo y lo que se me escapa también.
Me distancio de las letras con ese efecto de dejarme ir de ellas. Vuelvo a encontrarlas en otro tiempo.
En ese tiempo que no las vi. me disfrace de lejanías, mute mil veces y algunas mas maldije haberlas dejado huérfanas. Pero ellas necesitaban irse de mí. Yo necesitaba dejarlas.
Ellas necesitaban libertad.
Yo sentirme libre.
Con la sana idea de que no existan condicionamientos, con el deseo que entre ellas y yo aparezcan errores o aciertos nos dejamos.
Vino el silencio a calmarnos, a besarnos suavemente estas lejanías, la ansiedad no puede traicionarme.
Silencio.
Trato de ser exacto, de conjugar mente-silencio con palabras que me callen. Descubro que es posible el irme de lo escrito para volver y conocerme. Algo así como un encuentro con mi encuentro. El clímax.
Durante horas, días, quizás, meses me descubrí en el papel haciéndole el amor como en un ejercicio tántrico; ir y volver, penetrando cada hueco, reteniendo el aliento, doblando el cuerpo y equidistando la mente.
La contención es la palabra justa para no faltar el respeto de lo escrito, de lo dicho, para retener palabras que nunca serán palabras, sino vacíos. No herir el poema, mi marca, la identidad que me pertenece por ser.
Acariciar el poema para que traiga a memoria todos los olvidos.
Es ahí donde sucede su conversión, el ser espejo que no muestra sino que refleja hasta convertirse en otro, hasta ser otro.