Usted preguntara por que escribimos.
Ricardo Zanfardini
Siempre hay una ventana abierta, inclinada a la luz de un jardín florido y peligrosamente inspirador. Sobre la mesa, hacia la derecha, una lámpara destilando luz que por momentos se torna mas que necesaria aunque nos lleve a oscuros lugares.
Desnuda , frente a los ojos; la hoja blanca muy blanca y carente de la vestidura que nos dará vida.
En el ambiente el silencio parece ser la compañía esperada y funciona como disparador de motivos y apariencias.
Y el rito insospechado comienza; una idea rebotando en la cabeza nos inunda de sensaciones, instala un gobierno de utopías en la mente que tiene como único presidente la sin-razón (o la razón que no conocemos ).
Entonces; hacerse o no la pregunta ?: Por que escribimos ?.
Borges decía que para él “ escribir es un desahogo, una forma de liberar ideas, un placer mas allá del valor de lo que se escribe.” Y agregaba con su cínica humildad “todas las paginas, en definitiva, serán paginas en blanco” . y con mucha razón lo afirmaba; ese espacio blanco solo será completado por la mente de quien los lee, de quien interpreta lo que siente-quiere-le de la gana- sobre lo que creamos en palabras. Ese espacio irreductiblemente siempre será un espacio en blanco para quienes escribimos.
Escribir supone dar luz a una voz interior , esa que en lo dicho no decimos, en lo dicho ocultamos. Esa voz responde al tejido de un sueño y lo dicho y a lo no. Responde al invento de un amor, una soledad o tal vez ese fantasma que nos acecha y se hace presente en hojas de tiempo y de nostalgia.
Con el papel y la tinta creamos universos paralelos, algunas veces rozando la verdad otras veces lo falso pero siempre necesarios para alimentar nuestro espíritu.
Y escribimos la vida e inventamos la vida. La nuestra.
Escribimos porque necesitamos un escenario vacío, un auditorium sin publico y esa voz interior ganándonos el tiempo y el aplauso.
Escribimos porque en la letra el mar puede secarse, el desierto florecer , del cielo caer mil sueños y los árboles cantar loas y de la locura nadie dará cuenta.
Siempre hay una ventana abierta, inclinada a la luz de un jardín florido y peligrosamente inspirador. Sobre la mesa, hacia la derecha, una lámpara destilando luz que por momentos se torna mas que necesaria aunque nos lleve a oscuros lugares.
Desnuda , frente a los ojos; la hoja blanca muy blanca y carente de la vestidura que nos dará vida.
En el ambiente el silencio parece ser la compañía esperada y funciona como disparador de motivos y apariencias.
Y el rito insospechado comienza; una idea rebotando en la cabeza nos inunda de sensaciones, instala un gobierno de utopías en la mente que tiene como único presidente la sin-razón (o la razón que no conocemos ).
Entonces; hacerse o no la pregunta ?: Por que escribimos ?.
Borges decía que para él “ escribir es un desahogo, una forma de liberar ideas, un placer mas allá del valor de lo que se escribe.” Y agregaba con su cínica humildad “todas las paginas, en definitiva, serán paginas en blanco” . y con mucha razón lo afirmaba; ese espacio blanco solo será completado por la mente de quien los lee, de quien interpreta lo que siente-quiere-le de la gana- sobre lo que creamos en palabras. Ese espacio irreductiblemente siempre será un espacio en blanco para quienes escribimos.
Escribir supone dar luz a una voz interior , esa que en lo dicho no decimos, en lo dicho ocultamos. Esa voz responde al tejido de un sueño y lo dicho y a lo no. Responde al invento de un amor, una soledad o tal vez ese fantasma que nos acecha y se hace presente en hojas de tiempo y de nostalgia.
Con el papel y la tinta creamos universos paralelos, algunas veces rozando la verdad otras veces lo falso pero siempre necesarios para alimentar nuestro espíritu.
Y escribimos la vida e inventamos la vida. La nuestra.
Escribimos porque necesitamos un escenario vacío, un auditorium sin publico y esa voz interior ganándonos el tiempo y el aplauso.
Escribimos porque en la letra el mar puede secarse, el desierto florecer , del cielo caer mil sueños y los árboles cantar loas y de la locura nadie dará cuenta.
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